miércoles, 15 de abril de 2009

Los portalibros y la cultura "snack"

"Portalibros" es el neologismo que se ha inventado un académico para ldesignar en castellano a los e-books, anglicismo que hasta ahora solía traducirse como "libros electrónicos". El neologismo viene a evidenciar que los e-books no son en realidad libros, sino aparatos que contienen cientos de libros, lo que no es lo mismo. En el departamento hemos comentado a veces las ventajas y desventajas del ciberartilugio, e incluso hemos advertido que el invento alterará de alguna manera el acto de la lectura. Las vaguedades e intuiciones de la conversación se han perfilado en el reciente artículo ("Leer sin papel") de José Antonio Millán, un inquieto estudioso de la lengua del que recomendamos tanto la lectura de su web y de su blog, como de dos de sus libros: Perdón, imposible (sobre la importancia de la puntuación); y El candidato melancólico (sobre etimologías curiosas). 
En dicho artículo, como decíamos, se van desgranando con habilidad expositiva las diferencias que entraña leer en dos soportes distintos. Lo más preocupante del portalibros, a nuestro juicio, es la probable consagración de la cultura snack, es decir, esa cultura propia de la era digital caracterizada por los bocados de conocimiento: la oferta informativa es tan tentadora y variada que se prueba de todo un poco sin llegar a profundizar en nada. No queremos pecar de apocalípticos, pero esta nueva forma de conocimiento acentuará uno de los carencias más graves del aprendizaje en la actualidad: la falta de atención de los alumnos, incapaces de concentrarse en algo más allá de lo que dura su novedad. Tendremos que acostumbrarnos.

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